El marcaje con orina se manifiesta principalmente en machos no castrados y maduros sexualmente, es decir, a partir de los 6- 7 meses de edad. Sin embargo, el problema puede afectar a un escaso porcentaje de machos castrados y de hembras durante la época de celo.
Los gatos marcan con orina para informar a otros individuos de su presencia en un determinado territorio. Por lo tanto, el marcaje se produce más frecuentemente en gatos que conviven con otros gatos, incluso si solo existe un contacto visual, auditivo u olfativo, y en gatos que salen al exterior.
Además, el marcaje tiene por objetivo conferir al ambiente en que normalmente vive el animal un olor característico y familiar. En consecuencia, cualquier factor que modifique dicho olor puede causar la aparición de la conducta, bien de forma transitoria o definitiva.
¿Cómo se produce el marcaje?
Hay que diferenciar el marcaje o rociado con orina de otros problemas de deposición inadecuada.
En el caso del marcaje, lo más habitual, es que el animal no deposite heces junto con la orina y siga usando el arenero. El gato rocía volúmenes pequeños de orina, generalmente sobre superficies verticales. Además, el animal orina siempre en los mismos sitios y normalmente en más de un lugar (puertas, paredes, objetos nuevos de la casa…).
Otra característica es la postura; el gato que rocía se sitúa de espaldas a una superficie vertical y dirige un pequeño chorro de orina hacia ella. Cuando el animal va a orinar generalmente adquiere una posición agachada y deposita cantidades más grandes de orina sobre superficies horizontales.
¿Qué podemos hacer?
El manejo del problema del marcaje con orina no es sencillo; es fundamental contar con el apoyo de nuestro veterinario que nos aconsejará sobre la mejor opción. En el caso de los machos no castrados, el tratamiento más frecuente es la castración, aunque no siempre tiene efectos inmediatos. Aproximadamente el 90 % de los animales castrados dejan de manifestar la conducta. En el caso de las hembras, la ovariohisterectomía reduce también considerablemente la frecuencia de la conducta.
En el caso de animales ya castrados o cuando no se desea realizar la castración, existe la posibilidad de recurrir a un tratamiento farmacológico.